Cuántas horas he querido contemplarte
cuando duermes como un niño sin temores,
cuando vuelan las gaviotas de tus ojos
y amanecen en las tardes tus otoños
Cuántas veces he querido acariciarte
con los sueños y la punta de mis dedos,
con el alma…apretados en la cama…
y entregarte con ternura mis latidos
Y cuánta vida he contenido por quererte
con los versos que he tejido sin tenerte…
en los bordes de mi piel morena clara
que amanece tan desnuda como el alba!
Eileen