¿Y qué puede dolernos más
que los cristales de la luna
rompiéndonos el alma…?
¿O el lamento de tus recuerdos
que ha venido a cantar en la cuna...
donde arrullo tanta soledad?
La verdad ya no importa la causa
ni el motivo de toda esta angustia,
...si mis labios ya no han de callar...
Porque duele de nuevo perderte...
y encontrarte escondido en mis sueños,
aferrado a mi triste mirar!
Eileen
¡Ay, la nostalgia, cómo nos arruga siempre el corazón...!. ¡Cómo lamentamos que no cuajara aquello que quisimos lograr pese a que pusimos todo nuestro empeño...!
Sí, es verdad, ¿qué puede dolernos más?